Hace un par de semanas, fui a visitar a un cliente y amigo a la zona de la Ciudad de Buenos Aires conocida como “La Recova”.

Como actualmente trabajo en la zona de Retiro, decidí hacer el trayecto caminando.

Bajando por Esmeralda, pasando por Plaza San Martín, en esa zona de la ciudad con tantas similitudes con calles de París, llegás hasta la calle Arroyo.

Esta calle tiene como característica más saliente el hecho de que alberga una gran cantidad de galerías de arte. Entre esas galerías, hay algunos bares y restaurantes, y desde hace algunas semanas, una vinoteca. Su nombre es una sigla: “PRO.VIN.CIA” (Producto del Vino y Compañía).

Se trata de un pequeño lugar cuya especialidad son los vinos de partidas cortas y de bodegas boutique, según me explicó la vendedora muy amablemente.

Como siempre digo en este punto, con el conocimiento más básico de entender lo que me gusta (es decir, a años luz de lo que sería un crítico en esta materia), me sorprendió la etiqueta de un cabernet franc llamado 40/40.

Pagué la botella y, al ponerla en la bolsa, la encargada del lugar me dijo “es para tomarlo comiendo algo potente”. Con esa premisa me fui a ver con qué maridaba… y después les cuento.

Investigando sobre este cabernet franc, supe que fue elaborado por Lucas Pfister, un ingeniero agrónomo recibido en la Universidad de El Salvador de Buenos Aires, que trabajó inicialmente en varios rubros agronómicos hasta llegar a hacer su primera vendimia en Mendoza, en Finca La Celia. Luego se anotó -a través de la Universidad de Luján de Cuyo- para una beca por una Maestría en la Universidad de Montpellier, Francia. Su paso por Europa continuó con vendimias en St. Emilion, Portugal y Alemania, llegando incluso a trabajar en Australia.

Volvió, luego, a la Argentina para comenzar a elaborar vinos propios y manejar la Finca de la familia ubicada en Ugarteche, Mendoza, en el kilómetro 40 de la Ruta 40. De allí el nombre “40/40” de los vinos de esta finca familiar, que cuenta con sesenta hectáreas, en las cuales hay plantaciones del año ’60 en adelante, siendo los últimos Malbec plantados en 2004. 

Este tinto es 100% Cabernet Franc. Un vino con mucho cuerpo y gran potencia, que se disfruta dejándolo respirar un rato en botella y otro en copa para permitir que suelte su aroma a frutas y hierbas, tan característicos de esta cepa.

Aunque la botella que degusté es de la partida 2017, la primera fue elaborada un año antes y -en esa ocasión- el autor explicaba: “Es la primera vendimia de esta cepa. Coseché muy tarde para lo que acostumbro”. 

Y respecto del vino agrega: “La primera nariz es plana, luego de agitar bien la copa empiezan a aparecer los herbáceos característicos del Cabernet Franc y en boca muestra bien la tipicidad del varietal”.

Además de este increíble vino, Lucas continúa elaborando en Europa, donde asesora a una bodega en el norte de Italia (gestionando viñedo y bodega) y lleva adelante el proyecto RE BE LLO  en sociedad con su ex compañero de estudios Konrad Pixner, en el Tirol (Italia). Sus vinos llevan ese nombre en referencia a su “rebeldía” a mantenerse dentro de las obligaciones que impone la DOC Alto Adige. Prefirieron dar rienda suelta a su creatividad y aprovechar las uvas de esos suelos de porfirio, colorado para hacer vinos “a la inversa”, o sea: los tintos como blancos y los blancos como tintos. Trabajan sin herbicidas, sin despampanar (corte de los sarmientos verdes de las vides) y con maceración carbónica. Datos muy interesantes para seguir rastreando vinos de este autor y una excusa perfecta para volver a Pro.Vin.Cia.

¡Ah, me olvidaba! Mi maridaje fue con unas hamburguesas caseras, hechas por mí, mezcla de tapa de asado y chorizo de mis amigos de Corte Comedor. Un verdadero lujo para empatar con un vino exquisito.

¡Recomendación garantizada!


FICHA TÉCNICA

PRODUCTOR: Cuarenta(AR)
TIPO: Tinto
VARIEDAD: Cabernet Franc
CORTE: 100% Cabernet Franc
LUGAR DE ELABORACIÓN: Ugarteche, Mendoza, Argentina
ENÓLOGO: Lucas Pfister
PAÍS: Argentina

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Me llamo Walter Petina, soy argentino, porteño y tengo 48 años. Tengo una hija de 12 años que sin dudas es el máximo logro de mi vida. Se llama Miranda (como el personaje de la “Tempestad”, de William Shakespeare) y, más allá de que sea mi hija, es un ser humano increíble. De chico y gracias a mi viejo, conocí el valor del trabajo y cómo llevar adelante un negocio. Desde hace casi veinte años, soy empresario en el sector del software y el hardware, y dediqué prácticamente toda mi vida laboral a la comercialización de productos. Trato, todo el tiempo, de mantenerme incentivado con nuevos proyectos, porque pensar y hacer nuevas cosas me trae la energía que necesito para levantarme todos los días muy temprano y con muchas pilas. Este blog es un nuevo desafío que encaro con la misma voluntad y dedicación que todo los otros. ¡Gracias!

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