Hace unos cuantos meses, un gran amigo viajó unos días a Mendoza y, de paso por Valle de Uco, me trajo un regalo especial.
Como no podía ser de otra manera y por tratarse de la provincia cuyana -y en especial, de ese terruño- el obsequio en cuestión se trataba de una botella de vino.
Ahora bien, no era cualquier vino. La etiqueta decía “Siesta en el Tahuantinsuyu” y la bodega era ni más ni menos que Ernesto Catena. Siesta es un producto nacido en Vista Flores, su viñedo del Valle.
En 2008, Catena tomó la decisión de producir vinos naturales y, para esto, transitó el camino del cultivo orgánico hasta que las condiciones del viñedo fueron las ideales para apostar a la biodinamia.
A partir de la cosecha 2013, las etiquetas de sus “Siesta en el Tahuantinsuyu” son elaboradas exclusivamente con uvas de su finca Nakbé, certificada orgánica (Letis) y biodinámica (Demeter).
Lo que se destaca es que no se utiliza ningún tipo de fertilizante químico. Solamente se usa el compost que, generalmente, se elabora con guano de vaca y llamas, más los desperdicios del jardín y de la bodega. Fermenta seis meses y, luego, se aplica al suelo.
Me tocó disfrutar del Cabernet Franc 2015 y, como la misma bodega describe, es “sin dudas el más sorprendente. Expresivo y personal, cuenta con una aromática intensa y compleja que reúne frutos rojos y negros, flores frescas, tonos balsámicos y dejos herbales. Es un vino de altos decibeles que en boca cautiva por su fluir tenso y envolvente. Sabroso, se afirma en medio de boca con buena frescura y taninos redondos. Es largo y su regusto es franco”.
Es bueno destacar que los vinos se encuentran a cargo del mismo Ernesto Catena y el winemaker Alejandro Kuschnaroff.
Respecto del seguimiento por parte de la asociación ecológica Demeter Internacional, cabe decir que persigue el fin de hacer vinos con la menor intervención posible, desarrollando una vitivinicultura sustentable que crece en armonía con la naturaleza para obtener los mejores resultados.
El nombre Tahuantinsuyo proviene de dos palabras quechuas: “tahua”, que significa cuatro, y “suyo”, que quiere decir región. Esto se debe a que el territorio Inca estaba dividido en cuatro regiones: el Collasuyo al sureste, el Chinchaysuyo al noroeste, el Antisuyo al noreste y el Continsuyo al oeste.
Según el mito, el origen del Tahuantinsuyo está en la historia de Manco Cápac y Mama Ocllo.
Esta pareja, que eran hermanos a la vez que marido y mujer, fue enviada por el dios Sol a buscar el lugar adecuado para fundar una ciudad en la que civilizar a las personas que vivían como animales salvajes.
Para ello, les entregó un bastón de oro que tendrían que clavar en la tierra de los lugares donde pasaran hasta encontrar uno en el que la vara se hundiera con facilidad. El sitio con estas características es donde actualmente se encuentra la ciudad de Cusco.
Y allí, en la tierra, en buscar el mejor lugar para asentar su historia, es que confluyen las palabras con los hechos y lo relacionan con este producto excepcional que tuve la suerte de degustar.