Rocky Balboa
Estas últimas dos semanas, estuve revisando la saga que hizo famoso a Silvester Stallone y su personaje más emblemático: Rocky Balboa.
Debo confesar que no fue buscado. Mi hija, de trece años, me pidió ver las películas de las que muchas veces le hablé y mencioné frases, como la que titula esta nota, aunque -claro- alterada por mí en su final.
Una vez más, comprobé que cuando uno vuelve a ver algo que ya observó, la mirada se posa en otros detalles. Y esto es lo que me ocurrió al ver nuevamente todas estas realizaciones.
Pero vamos por partes. Mi primer acercamiento a la trama que el propio Sly escribió y protagonizó fue a una edad similar a la que hoy tiene mi hija y en la que el cine que estaba al lado de mi escuela primaria (y del que ya comenté en otra nota) colaboró enormemente en mi gusto por ver películas.
La primera Rocky data del año 1976 y su guión fue escrito por el propio Stallone, quien -según contó- se decidió a relatar esta historia luego de ver una pelea de Muhammad Ali. El film narra la clásica búsqueda del sueño americano por parte de Rocky Balboa, un italoestadounidense de clase baja que se dedica a cobrar los créditos de un prestamista de Filadelfia.
Rocky se convirtió rápidamente en un enorme éxito, recaudando más de 117 millones de dólares solamente en Estados Unidos, ganando tres premios Oscar (incluido mejor película) y lanzando a Stallone de manera inmediata al estrellato.
De las cosas que pude observar en esta enésima mirada, es lo oscuro del relato lo que coloca al film en un registro dramático del que nunca había tomado dimensión, lejos de una película de acción. Hay una fotografía de la Filadelfia de la década del setenta y los lugares por donde se mueve el protagonista que le dan un aire de marginalidad que completa el cuadro.
El concepto de un pobre tipo que es capaz de llegar hasta lo más alto, cuando el campeón de los pesos pesados del mundo decide darle la oportunidad de ganar el título a un boxeador casi amateur, entusiasmó a Stallone, quien escribió un guión que tituló Paradise Alley (La calle del Paraíso).
Otro dato curioso es que su eterna esposa en esta ficción, Adrian, fue protagonizada por la actriz Talia Shire o -mejor dicho- Talia Rose Coppola, hermana del director Francis Ford Coppola, que venía de hacer su papel de Connie Corleone en otra saga genial del cine de todos los tiempos como fue “El Padrino”.
Volviendo al libro de Silvester, originalmente tenía un tono más oscuro y triste. El entrenador de Rocky, Mickey, tenía un perfil claramente racista y el guión acababa con Rocky abandonando el boxeo, desencantado por los métodos con que este deporte se movía a nivel profesional. Por supuesto, nada de esto sucedió y, tres años más tarde, en 1979, se estrenó Rocky II, donde ahora Stallone no solamente actuaba y volvía a escribir la historia, sino que -además- la dirigía.
Con el mismo elenco de la primera (a Stallone, además de Talia Shire, lo acompañaron Burt Young, Carl Weathers y Burgess Meredith en los papeles estelares), esta segunda parte agrega la condición dramática de una Adrian que cae en coma a partir de dar a luz de forma prematura al hijo de ambos.
La peli se centra mucho más en la relación de la pareja y los problemas con el hermano de Adrian, Paulie, quien es alcohólico y violento, y por supuesto, en la nueva pelea por el título mundial que encara Rocky o, como se lo apoda, “El semental italiano”.
Un dato curioso de esta segunda entrega es que, durante su entrenamiento, Stallone se lesionó de gravedad el pectoral izquierdo al realizar un ejercicio de press en banco, aparentemente, con mucho peso. Esto obligó a un cambio en el guión para no tener que detener la filmación, ya que el actor recibió más de cien puntos de sutura. Se ideó que Rocky luchara la mayor parte de la pelea final con la derecha en vez de con la izquierda lesionada.
Con otro éxito en taquillas, la segunda dió lugar a una Rocky III. Se estrenó en el año 1982 y contó con la participación del recordado Mr. T, protagonista de The A-Team o Brigada “A”, serie que nos fascinó en los ochentas. Su personaje, en este caso, es el de Clubber Lang, retador de Balboa en la defensa del título.
Aquí Rocky vuelve a sus fuentes para demostrarse, una vez más, que es capaz de enfrentar los peores problemas -arriba y abajo del ring- y sobreponerse.
Sylvester Stallone patrocinó una estatua de bronce llamada “Rocky”, esculpida por A. Thomas Schomberg en 1981, que fue parte de esta película. Emplazada a los pies de la escalinata del Museo de Arte de Filadelfia, tuvo que ser removida ya que se generó una polémica dado que muchas personas decían que se trataba de promoción para el film y no de una obra de arte. Finalmente, recaló, frente al Wachovia Spectrum en el sur de Filadelfia.
Se habían mandado a hacer tres estatuas y la tercera se subastó en Ebay, con un precio inicial de USD 5 millones, para financiar la construcción del International Institute for Sport and Olympic History.
Sin intenciones de spoilear esta tercera parte, les confieso que para mí es una de las dos mejores de la saga.
En 1985, llega la cuarta entrega de la historia del boxeador italiano, que para muchos marcó la consagración definitiva del personaje. El nudo central de la trama refiere al enfrentamiento entre Rocky (representando a los Estados Unidos de América) e Iván Drago (exponente deportivo de la U.R.S.S., que hoy día ya no existe). Un verdadero combate entre las dos potencias del mundo en tiempos contemporáneos con la llamada Perestroika, lo que significó el ingreso de lo que hoy se conoce formalmente como Federación Rusa por la puerta grande del capitalismo.
El comienzo es con dos guantes que se chocan en una explosión: uno con la bandera de EE.UU. y el otro, con la roja de la Unión Soviética.
Wyoming, en los Estados Unidos, fue el lugar elegido para semejar a las tierras rusas. Otro dato curioso es que Stallone pidió a Dolph Lundgren (Drago) que se pegaran en serio durante la pelea, ya que quería capturar una escena realista. Lundgren aceptó y golpeó en un momento al pecho de Sly, haciendo que una costilla impactara en el corazón y este se inflamara. Como resultado, Stallone fue trasladado de urgencia del set a una clínica y estuvo hospitalizado cerca de ocho días.
La escena más memorable de la peli es el aplauso cerrado de todos los soviéticos a Rocky, incluido un actor que hacía las veces de Mijaíl Gorbachov, mancha en la cabeza incluida.
Para el año 1990, esta vez con John G. Avildsen en la dirección de la cinta en lugar de Stallone, se estrenó Rocky V, la que -para mí- es la más floja de toda la saga.
Un Balboa fuera de los rings debido a una lesión cerebral permanente debe, además, lidiar con la bancarrota producto de una estafa de su contador y el regreso al barrio de Filadelfia que lo vio nacer como campeón del mundo.
Rocky, ahora en su rol de entrenador, intentará llevar a la victoria a un boxeador novato llamado Tommy Gunn, quien lo convence de que le enseñe todo lo que sabe. Pero la realidad es que a Tommy se le suben demasiado rápido “los humos”, todo lo contrario a su coach.
La peli tiene como dato curioso el debut cinematográfico de Sage Stallone, el hijo de Silvester, que falleció en 2012 a causa de una arteriosclerosis. Además, el actor Richard Gant interpreta al promotor de boxeo George W. Duke, que es una parodia de Don King.
Once años después, cuando parecía que la franquicia ya había sido enterrada, llegó el sexto episodio, pero esta vez bajo el título de “Rocky Balboa”. Se trató del regreso al ring, por última vez, para protagonizar una pelea de exhibición y significó el relanzamiento de la carrera de Stallone, que venía en baja en los anteriores diez años.
En este mismo año 2006, la película Rocky fue seleccionada para su conservación por el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por ser “cultural, histórica y estéticamente significativa”.
Las críticas internacionales recibieron muy bien esta última parte, todo lo contrario a lo que había sucedido con su antecesora. Según los expertos, esta cinta contiene las escenas pugilísticas más realistas de la historia del cine. Además, tiene la particularidad de que -por primera vez- fue filmada con la estética de una contienda profesional. No por casualidad el set se instaló en Las Vegas, la cuna del espectáculo boxístico por excelencia.
Y cuando todos pensábamos que hasta aquí llegaría esta historia y que deberíamos conformarnos con repetir las preferidas más de una vez, en 2015, se estrenó “Creed”, un spin-off de Rocky. La película tiene como protagonista al personaje de Adonis “Donnie” Johnson (Michael B. Jordan), el hijo de una amante extramarital del excampeón mundial de peso completo Apollo Creed. ¡Cuando vi el teaser no lo podía creer!
Luego de un paso por un reformatorio, Adonis fue educado por Mary Anne, la viuda de Apolo. Después de renunciar a un grupo financiero para dedicarse al boxeo profesional, Donnie decide ir a Filadelfia para que el viejo amigo de su padre, Rocky Balboa, lo entrene con la mira puesta en ser campeón del mundo.
Y por si a todo esto nos faltaba una pizca de pimienta más, en 2018, pudimos ver “Creed II”, donde Adonis se bate a duelo nada menos que con Viktor Drago, el hijo de Iván, asesino de su padre Apollo. ¿Qué más podemos pedirle a la vida los fanáticos de esta saga?
La película tiene otra vez a Stallone como autor del guión y coprotagonista de la historia, como el entrenador que viaja nuevamente a Moscú para que el hijo de Apollo y el de Iván se enfrenten en la contienda final.
Un capítulo aparte merecen -para mí- dos de los temas que suenan en las diferentes películas. Por un lado, “Gonna Fly Now”, creada especialmente para las películas por Bill Conti y que suena de fondo cuando Rocky se entrena para cada desafío. Y la otra emblemática es “Eye Of The Tiger”, de Survivor, que recuerda a Apollo en la tercera parte diciéndole a Rocky: “debes recuperar el ojo de tigre”.
Sin dudas por todo esto, en 2010, Stallone fue elegido para el Salón de la Fama del Boxeo, ya que Rocky contribuyó a la difusión de este deporte a través del mundo. El reconocimiento fue otorgado con total justicia, porque siguen pasando los años y ninguno de nosotros puede olvidarse de esta historia que nació con “el semental italiano” ensangrentado, gritando: “Córtame el párpado, córtame el párpado…”.