No es ninguna novedad si les cuento que -viviendo toda la vida en Buenos Aires- muchas veces hay lugares, sitios históricos de los que jamás hemos oído; o peor aún, hemos oído de ellos y no los hemos visitado.

El Palacio Barolo era uno de estos últimos para mí y necesité que alguien me invitara a su visita guiada para conocerlo.

Ubicado en la mítica Avenida de Mayo, fue financiado por un empresario italiano de nombre Luis Barolo, quien llegó a Buenos Aires con la segunda gran oleada inmigratoria en 1890. Barolo se destacó en la industria textil como el primer productor de algodón del país e importador de telas, además de haber traído las primeras máquinas para hilar.

Barolo, dicen algunos investigadores, pertenecía a la masonería porteña y era un estudioso de Dante Alighieri y “La divina comedia”.  Junto al arquitecto (también de origen italiano) Mario Palanti, desarrollaron la idea de construir un edificio de oficinas que sería concebido basándose en esos tres tomos que escribiera Dante y que serían, después de La Biblia, lo más leído de la historia.

Aunque algunos desmienten que el edificio esté basado en la obra literaria, otros lo dan como un hecho, y hasta indican que la construcción cuenta con  tres partes: Infierno, Purgatorio y Cielo. Además, en la parte de arriba, el edificio está rematado con un faro que representa al Empíreo: el punto más alto del Cielo, la luz divina, la presencia misma de Dios.

Palanti comenzó la obra en 1919 y, por encargo de Barolo, el proyecto debía estar finalizado en 1921, momento en que se cumplirían los 600 años de la muerte de Dante. Sin embargo, su finalización no fue sino hasta 1923 y su inauguración el 7 de julio de ese año.

Como Barolo falleció a causa de un infarto un año antes, nunca pudo ver finalizada su idea.

El lugar tiene particularidades de todos los tipos y a continuación les detallo algunas de ellas:

  • Siguiendo con la idea de basar el edificio en el libro de Alighieri, la estructura tiene 100 metros hasta la punta del faro, mismo número de cantos del poema. El edificio se divide en dos cuerpos, con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. 22 son los pisos, al igual que las estrofas de los versos de la Divina Comedia.
  • Palanti se encargó incluso del diseño de los elementos de detalle como picaportes, lámparas y jaulas de los ascensores, en un caso de auténtico concepto integral.
  • Todos los materiales decorativos fueron importados, como por ejemplo, el mármol de Carrara utilizado para los revestimientos.
  • El palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan al infierno y que contienen inscripciones en latín. Se pueden distinguir catorce citas que pertenecen -en total- a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. 
  • Los ascensores del edificio son nueve y dos de ellos se encuentran ocultos.
  • Los dos primeros pisos no están señalizados ya que, originalmente, iban a ser destinados al uso del propio Barolo. Hasta se había hecho construir un pasadizo especial para ir desde la planta baja hacia estos dos pisos sin que nadie lo viera.
  • El faro de la cúspide posee 300.000 bujías que hoy se encienden en ocasiones especiales o para la visita guiada.  

En 1997, este edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional y, a partir de allí, no se permiten modificaciones de ningún tipo, a pesar de que algunas cuestiones estructurales fueron cambiadas. Por ej., se anexó más de una oficina a un espacio único) previamente a esta declaración.

El Palacio Barolo, que tiene su gemelo en el Palacio Salvo, se inscribe dentro de corrientes como el art nouveau o el art decó, pero se trata en realidad de una pieza única en su tipo, realizada en un estilo propio cultivado por Palanti.

Yendo al tour en sí mismo, los guías te llevan por varios lugares del edificio, como por ejemplo, la única oficina que permanece intacta desde su origen y que pertenecía al contador de Barolo.

Además de subir al último rincón de la construcción que es el faro, mientras una violinista te sigue con su música, uno puede encontrarse durante el recorrido con el propio Dante y tener la oportunidad de que recite algún poema, por supuesto, en italiano.

Recomiendo enormemente su visita y les agrego contenido con un film del realizador Sebastián Schindel, que en el año 2012 filmó el documental “El rascacielos latino” sobre los misterios que giran en torno a Luis Barolo y su Palacio.

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Me llamo Walter Petina, soy argentino, porteño y tengo 48 años. Tengo una hija de 12 años que sin dudas es el máximo logro de mi vida. Se llama Miranda (como el personaje de la “Tempestad”, de William Shakespeare) y, más allá de que sea mi hija, es un ser humano increíble. De chico y gracias a mi viejo, conocí el valor del trabajo y cómo llevar adelante un negocio. Desde hace casi veinte años, soy empresario en el sector del software y el hardware, y dediqué prácticamente toda mi vida laboral a la comercialización de productos. Trato, todo el tiempo, de mantenerme incentivado con nuevos proyectos, porque pensar y hacer nuevas cosas me trae la energía que necesito para levantarme todos los días muy temprano y con muchas pilas. Este blog es un nuevo desafío que encaro con la misma voluntad y dedicación que todo los otros. ¡Gracias!

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