Cuando yo era chico y le pedía algo muy desubicado a mi viejo, él respondía con la frase: “Vos querés, la chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos”.

De esa frase de tantos años atrás, hoy me encuentro con un restaurante de barrio, que te recomiendo ampliamente.

Si te gusta la carne y, además, te gusta comer mucho y querés no pagar tanto, este es tú lugar.

En el barrio de Villa Pueyrredón, encontramos el ambiente familiar de una casa antigua reformulada como restaurant. Un clima propicio para dar rienda suelta a tus ganas de comer.

¿Cómo llegué al lugar? Mi visita a “La Chancha…” tiene directa relación con una recomendación: “Tenés que probar el asado a lo bestia”. Comedor de carne compulsivo como soy, bastó cruzar a la palabra “asado” con la palabra “bestia”, para que mi visita esté asegurada.

Al lugar, ingresás por una puerta que a su izquierda cuenta con un asador a la estaca, esto permite hacer grandes partes de carne que se cocinan colocando los costillares en una especie de cruz y utilizando al fuego con leña como forma de cocción.

Un pasillo entre mesas te conduce al medio del salón, donde a la derecha te encontrás con una puerta que te deposita en un patio que da a la calle. Este resultó ser el lugar ideal para cenar, dado que la noche estaba estrellada y era de esas en las que hace calor, pero un brisa te deja en un estado óptimo para comer con amigos.

La carta del lugar incluye platos de la cocina casera argentina que seguramente probaste en la casa de tus abuelos si -como yo- rondás los cincuenta.

Más allá de que todo gira en torno al asado (parrillada o porciones de carne, pollo, chorizos, morcillas, provoletas, achuras, etc.), también podés encontrarte con milanesas con puré o papas fritas, pamplonas de lomo, ravioles, tallarines y mucho más.

Pero volviendo a mi visita, yo llevaba como premisa pedir el “asado a lo bestia” y a eso fui. Me encontré con un pedazo enorme de asado, con una costilla que superaba los 30 centímetros de largo, con el nivel de grasa ideal y una cocción ahumada que te transporta. El acompañamiento es de papas fritas y ensalada mixta, la clásica de tomate, lechuga y cebolla.

Debo confesar que no pude dar cuenta de la porción de asado completa. En serio que es ¡muuuyyy grande!

Los postres, siguiendo con lo clásico, son el famoso queso y dulce, flan con dulce de leche y/o crema, y helados.

Un datazo: podés pedir cervezas, gaseosas o aguas de litro o litro y medio, más allá de que cuentan con una decente carta de vinos.

En resúmen, se puede pasar una gran velada en este lugar que te recomiendo si te gusta disfrutar entre amigos, en un patio, como si fuera tu casa y comer mucho… tanto como para que te digan que querés “La chancha, los veinte y…”  

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Me llamo Walter Petina, soy argentino, porteño y tengo 48 años. Tengo una hija de 12 años que sin dudas es el máximo logro de mi vida. Se llama Miranda (como el personaje de la “Tempestad”, de William Shakespeare) y, más allá de que sea mi hija, es un ser humano increíble. De chico y gracias a mi viejo, conocí el valor del trabajo y cómo llevar adelante un negocio. Desde hace casi veinte años, soy empresario en el sector del software y el hardware, y dediqué prácticamente toda mi vida laboral a la comercialización de productos. Trato, todo el tiempo, de mantenerme incentivado con nuevos proyectos, porque pensar y hacer nuevas cosas me trae la energía que necesito para levantarme todos los días muy temprano y con muchas pilas. Este blog es un nuevo desafío que encaro con la misma voluntad y dedicación que todo los otros. ¡Gracias!

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