Difícil describir en pocas palabras lo que fueron las décadas del 60 y 70 para la historia del rock. Momentos sumamente prolíficos en cantidad de bandas que dominaron la escena musical en esos años tan turbulentos, marcados (en Estados Unidos y el mundo) por las llamadas “drogas duras”, la guerra de Vietnam, el hipismo y los movimientos de paz. Y la música como un gran telón de fondo.
The Beatles, The Rolling Stones, Led Zeppelin, Deep Purple, The Who, Pink Floyd, por mencionar solamente algunas de las más grandes. Y por supuesto, The Doors.
Integrada por Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger, fue una banda de rock/blues que -pese al poco tiempo que duró y el escaso material que nos dejó- marcó a fuego la historia de la música mundial. Seguramente por la calidad de su material que, si bien fue poco en cantidad como ya dijimos, fue más que interesante, pero fundamentalmente por el carisma y la presencia escénica de su líder, Jim Morrison.
“Jimbo”, como lo llamaban a James Douglas Morrison, nació el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida y falleció de sobredosis en París, el 27 de julio de 1971. Entró así en el tristemente célebre “Club de los 27” junto a Jimi Hendrix, Janis Joplin y -más acá- Amy Winehouse, como aquellos personajes del rock que fallecieron en circunstancias similares y a los 27 años de edad.
Infinidad de misterios y leyendas rodean la vida y -fundamentalmente- la muerte de Jim Morrison, a tal punto que, por ejemplo, el tecladista del conjunto, Ray Manzarek, publicó en 1991 la novela “The Poet In The Exile” (El poeta en el exilio), donde deja entrever la posibilidad de que Morrison haya fingido su muerte.
Más allá de esto y de muchas locas historias más acerca de los Doors, me quiero detener en su música y, más precisamente, en su último álbum de estudio, al menos en vida de Jim (en 1978 se editó “An American prayer”, un disco armado a partir de grabaciones de Morrison leyendo sus poesías con música compuesta por los Doors sobrevivientes): L.A. Woman. En mi opinión, su mejor y más redondo álbum, pero además una obra envuelta en una serie de curiosidades que vale la pena repasar.
- Fue grabado en la sala de ensayos que la banda tenía en Los Ángeles, ya que no quisieron que la productora participara. La factoría del disco quedó entonces en manos del grupo, con la ayuda de su ingeniero de sonido, Bruce Botnick, quien les sugirió hacerlo en un lugar donde estuviesen cómodos.
- La grabación fue realmente tensa, ya que la banda prácticamente no se hablaba, en gran parte, debido al carácter irascible de Morrison y sus constantes desplantes para con el resto de la formación.
- La mayoría de las voces fueron grabadas en el baño de la sala de ensayo. Al parecer, Morrison se trasladaba con un micrófono en la mano, ya que -según él mismo- le interesaba la acústica de ese ambiente.
- En gran parte del disco participó Jerry Scheff, bajista de Elvis Presley, lo que tuvo sumamente entusiasmado a Morrison, quien admiraba profundamente la capacidad escénica de “El Rey”.
- Morrison no participó de la mezcla del álbum, debido a que viajó a París junto a Pamela Courson, su mujer. Cuando el resto de la banda lo interpeló por esta decisión intempestiva, él les dijo: “ Yo ya canté, ahora pueden hacerlo mucho mejor sin mí”.
- Justamente en París y a tres meses de la salida del disco, Morrison aparecía muerto en una bañera de un motel, mientras Pam dormía.
- Ray Manzarek aseguraba que los últimos susurros de “Riders On The Storm” provenían del más allá y que pertenecían al propio Morrison, adelantándose a su muerte.
El trabajo está compuesto por los siguientes temas, todos autoría de The Doors, salvo “Crawling King Snake”, un blues que le encantaba a Morrison y que pertenecía a John Lee Hooker.
- «The Changeling» – 4:20
- «Love Her Madly» – 3:40
- «Been Down So Long» – 4:40
- «Cars Hiss by my Window» – 4:10
- «L.A. Woman» – 8:01
- «L’America» – 4:35
- «Hyacinth House» – 3:10
- «Crawling King Snake» – 5:02
- «The WASP (Texas Radio And The Big Beat)» – 4:12
- «Riders on the Storm» – 7:14
Los álbumes logran que los artistas perduren y que uno pueda volver a escucharlos una y otra vez. Además, en el caso de The Doors, la banda se transformó en un culto y -por si le faltara algo- Jim Morrison fue enterrado en el cementerio de Pére Lachaise, donde su tumba se ha convertido en el lugar de reunión permanente de sus fans, que le rinden homenaje, transformándola en la más visitada del lugar. Pero ese, claro, es otro tema…
Les recomiendo, además de escuchar este verdadero “discazo”, ver el documental que se hizo sobre esta obra llamado The Doors: Mr. Mojo Risin’: The Story of L.A. Woman, cuyo link les dejo.
¡Que disfruten mucho!