El cuarto “C”
Ese día, entré corriendo y cerré la puerta detrás de mí, con la certeza de que Hugo no me había podido ver, ni siquiera oír. Sentí cierto escalofrío cuando, por acción de la correntada, la puerta de entrada se me fue de la mano generando un golpe leve contra el marco, pero que yo sentí como la explosión de un cohete a fin de año.