Estaba viendo una entrevista en un canal español y el conductor del programa, en una de esas típicas preguntas, pidió al entrevistado que recomendara un libro a sus seguidores.
El entrevistado no dudó y dijo: “Los desnudos y los muertos”, de Norman Mailer.
Al día siguiente, investigué un poco sobre el autor y sobre el libro en sí mismo. Me enteré de que Norman Kingsley Mailer (Long Branch, New Jersey, 31 de enero de 1923 – Nueva York, 10 de noviembre de 2007), fue un escritor, novelista, periodista, ensayista, dramaturgo, cineasta, actor y activista político estadounidense y que, junto a Truman Capote, es considerado el gran innovador del periodismo literario.
Su libro -al que este entrevistado hacía referencia- fue escrito en 1948, basado en sus experiencias durante la guerra. Esta obra fue aclamada como una de las mejores novelas estadounidenses tras la guerra, lo que le dió a Mailer un lugar entre los mejores escritores estadounidenses.
A partir de ahí, comencé una recorrida infructuosa por las librerías que conozco, ya que no hay mucha obra de Mailer editada en español y mucha menos por estos pagos. Y de lo que está editado, la mayoría se encuentra agotado.
Esperando algún futuro viaje para poder encontrar este título, alguien me acercó una de sus ficciones: “Los tipos duros no bailan”, novela del año 1984.
Al encontrarme con este material de un autor que nunca había leído, la expectativa era grande y, luego de terminar de leerla, les puedo decir que el libro y el autor la colmaron con creces.
La historia tiene todos los condimentos que interesan de una novela policial. Se sitúa en Provincetown, típico pueblo turístico norteamericano donde vacacionan las familias locales, pero que tiene la particularidad de ser casi un pueblo fantasma en el invierno, donde solo quedan los lugareños que tienen como deporte favorito emborracharse y dejar pasar el tiempo.
A esto se dedica también el protagonista de esta historia, Tim Madden, ex barman neoyorquino, ex convicto, ex esposo de una rubia millonaria y drogadicta, y escritor fracasado en busca de su momento de inspiración.
Un episodio no buscado (¿o si?) deja a Madden al borde de la locura, cuando se levanta un mediodía y se encuentra lleno de sangre. Sangre que no es suya y que de ninguna manera se puede explicar.
Lo que sigue es su búsqueda de qué pasó la noche anterior, de cómo llegó a ese estado y de intentar develar el misterio. Se transforma en una novela negra, donde todos los personajes tienen más para ocultar que para mostrar y donde Mailer despliega un tipo de escritura de esa que te atrapa en cada página y no te permite dejar de leer.
Una novela que muestra en muchos pasajes una gran crudeza, intuyo que la misma que llevó el autor en su vida, signada por las guerras, tanto la que participó como las que vivió desde su rol de escritor/periodista y que sin dudas dejaron huellas.
La anécdota que da título al libro se refiere a Frank Costello, un gangster italiano que, en una fiesta en un club nocturno, envía a “su chica” del momento -Gloria- a bailar con uno de sus asistentes. Ella, durante la pieza, le pide que insista a Costello para que baile con ella, aunque sea por un instante. Al volver a la mesa, el hombre -con mucha duda- sugiere la petición a Costello y Frank niega con la cabeza y dice: “Los tipos duros no bailan”.
Luego de leer a Mailer yo digo que “Los tipos duros no bailan”, pero escriben. ¡Y cómo!