Cine
En 1890 faltaban un poco más de diez años para que abandonara este mundo el gran poeta irlandés Oscar Wilde.
En ese mismo año publicó lo que sería su primera y única novela: “El retrato de Dorian Gray”.
La historia sigue a Dorian Gray, un jóven apuesto que se convierte en la musa del pintor Basil Hallward. Inspirado por la belleza y juventud de Dorian, Basil crea un retrato impresionante de él.
Durante una conversación, el hedonista y cínico Lord Henry Wotton le dice a Dorian que la juventud es lo más importante en la vida y que debería disfrutar todos los placeres sin preocuparse por las consecuencias morales.
Dorian, obsesionado por la idea de preservar su juventud y belleza, desea que el retrato envejezca en su lugar, mientras él permanece joven para siempre. Misteriosamente, este deseo se cumple: Dorian continúa viviendo una vida de excesos y placeres sin que su apariencia se vea afectada, pero el retrato va reflejando los estragos de sus actos y su corrupción interior.
A medida que pasan los años, el retrato se convierte en una imagen horrible y grotesca de Dorian, mostrando el peso de su egoísmo y decadencia moral. Finalmente, al verse incapaz de soportar el retrato, intenta destruirlo, pero en el acto, se destruye a sí mismo. Su cuerpo envejece repentinamente y toma la apariencia corrompida que el retrato había reflejado, mientras el cuadro vuelve a su belleza original.
¿Por qué te cuento esto? porque esta semana tuve la oportunidad de ver una película que Mubi estrenó, casi en simultáneo en cines y su plataforma y que lleva el título de “La Sustancia”.
La obra marca el segundo largometraje dirigido por Coralie Fargeat que aquí además escribió el guión, y como dice su afiche es ni más ni menos que, “una puta locura”.
Ciento cuarenta minutos al palo donde no podés pestañear sin que algo haya sucedido.
De regreso al paralelismo que trazó mi cabeza y que me llevó dos siglos para atrás, esto es lo que le sucede a Elisabeth Sparkle (interpretada para el Oscar por Demi Moore) una actriz que en otros tiempos llegó al paseo de la fama de Hollywood, sí, ese donde se colocan baldosas con estrellas que llevan el nombre de personas que llegan al “olimpo de la fama”, en la industria del espectáculo estadounidense.
Aunque no queda claro del todo, se entiende que Elizabeth era una estrella de cine y que en la actualidad, parodiando a Jane Fonda, tiene un programa de gimnasia que mantiene desde hace muchísimos años en una cadena de televisión.
La situación es que el mismo día en que cumple los cincuenta años de edad y mientras todos la saludan, su jefe (personajón de Dennis Quaid) decide despedirla y dejarla sin trabajo.
Y no solo eso, sino que lo hace de una manera tan brutal y despiadada que Elizabeth se derrumba sin remedio.
A partir de aquí y de manera literalmente accidental, nuestra estrella venida a menos, se cruza con la posibilidad de una droga, la sustancia en cuestión, que genera un efecto de “desdoblamiento” creando “una mejor versión de ti misma”, tal cual lo expresa un video que se encuentra en un pen drive .
Más jóven, más linda, con más energía y mucho más empática.
Luego de algunas dudas Elizabeth decide probarlo y consigue como resultado a Sue (Margaret Qualley) una espectacular alter ego de Elizabeth que derrocha sex appeal en cada paso, en cada pose, en cada mirada.
Hasta acá todo como preveía el videíto. Pero como todo medicamento, tiene contraindicaciones en su prospecto, pero fundamentalmente efectos colaterales. Algo que también está claro en el dossier: “No son dos, siempre serás una…”.
Como Dorian, el pacto con el diablo fracasa cuando no se respetan las reglas y acá se rompen todas las posibles, generando una montaña rusa de emociones que se disparan como un baño de sangre inesperado. Otra vez estoy siendo literal.
La película nos muestra que significa el paso del tiempo y no aceptar sus resultados. Pero a diferencia de la obra de Wilde, se agrega este nuevo mundo de infinita sobre exposición que funciona como catalizador de todas las miserias del ser humano.
¡Eso es!. La sustancia es una síntesis de nuestros tiempos: Promesas de eterna juventud, la loca carrera por mantenerse siempre bien para el afuera y el desprecio laboral que enmarca que juventud es éxito y todo lo demás se cancela.
Altamente recomendable, además por su estética. Advertencia: Si sos impresionable te diría que pases.
La Sustancia, la versión lisérgica de aquel retrato.
Título original: The Substance
Año: 2024
Duración: 140 min.
País: Reino Unido
Dirección: Coralie Fargeat
Guión: Coralie Fargeat
Reparto: Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Gore Abrams
Música: Raffertie
Fotografía: Benjamin Kracun
Compañías: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos-Francia; Working Title Films, 21st Century Film France, Blacksmith
Género: Ciencia ficción. Thriller psicológico. Comedia negra. Sátira