Corría 1984 y yo tenía 12 años. Al lado de la escuela primaria a la que asistía, había un cine: el Continental de Flores.
Había sido una sala de esas donde también, en algún momento, subieron a escena obras de teatro, con lo cual contaba con escenario y en los años cuarenta solía brindar el famoso “número vivo” entre película y película.
Era un cine con mucha historia en el barrio, pero en aquel momento, ya mostraba profundos signos de la decadencia que, finalmente en los 90, terminaría por liquidarlo.
Paredes húmedas, alguna que otra rata de espectadora, alfombras raídas, butacas con resortes a flor de piel y, hasta alguna vez, un pedazo de cielorraso que nos hizo levantar de apuro.
No nos importaba; ¿por qué? Primero, porque -más de una vez- nos dejaba asomarnos al mundo reservado para los adultos, aún cuando no habíamos cumplido ni por asomo los 18 y podías ver pelis como “Sucedió en el internado” o “Cadenas Calientes” con una insuperable Linda Blair. El gran acomodador del Continental, del que lamentablemente no recuerdo el nombre, pero que era tan parecido para mí al villano de las películas de Chaplin de nombre Eric Campbell, hacía la vista gorda y entrábamos en malón al terminar las clases.
En aquel momento, el cine era continuado. Eso, para alguien como yo, ¡era la gloria! Significaba que daban dos y hasta tres películas seguidas con la misma entrada. Por lo general, un estreno y otra que tenía una temática parecida o que contaba con el mismo protagonista.
Aquella vez del 84, la cita era con “Conan el bárbaro” como refrito de 1982 y el plato fuerte, “Terminator”. En ambas trabajaba un Mr. Universo de nombre Arnold Schwarzenegger.
Adrián, Pablo, Arturo, Daniel y yo. Los cinco disfrutamos de esas tardes tremendas de cine y palitos salados (no me pregunten por qué, pero no había pochoclos) y, aquel día en particular, de dos películas de las que guardo tremendos recuerdos.
Hoy 35 años después, me encuentro delante de “Terminator: Dark Fate” que se estrenó por estos días en Buenos Aires. ¡Y todo vuelve a revivir! Porque además de contar con parte del equipo original (James Cameron produciendo, Linda Hamilton como protagonista y el aporte invaluable del cyborg que recrea Arnold S.), se me ocurrió armar mi propio Cine Continental en 2019. ¡Sí, señores! Obviamente, con otros protagonistas (Ale, Eze, Emi y Jere) y con otra calidad de sala, pero volví al cine con casi cincuenta. ¡Qué experiencia!
De la peli, qué decirles… Si son amantes de este género y de una edad como la mía, sin dudas que la van a pasar de diez. Hay todo tipo de guiños a las dos versiones anteriores de la factoría Cameron, que además lograron borrar de un plumazo los otros tres intentos fallidos que siguieron a Judgment Day.
Hay acción, sangre y muerte como corresponde al género y algunos toques de humor que son sencillamente impecables.
Esta nueva realización rescata lo mejor de las primeras, bien potenciado con todo lo que el cine “effects” puede hacer hoy día, más allá de volver a ver a Hamilton y Schwarzenegger juntos en escena y advertir que el tiempo no pasó solo para mí.
Pero lo que más rescato es este lujo que me dí, de volver a ver cine de acción en cataratas y estar rodeados de amigos. Otros, nuevos, distintos, pero que por tres horas me dejaron volver a ser adolescente a los cincuenta.
¡Gracias!
Título original: Terminator: Dark Fate
Año: 2019
Duración: 128 min.
País: Estados Unidos.
Dirección: Tim Miller.
Guión: David S. Goyer, Billy Ray, Justin Rhodes (Historia: James Cameron, Charles H. Eglee, Josh Friedman, David S. Goyer, Justin Rhodes. Personajes: James Cameron, Gale Anne Hurd).
Música: Junkie XL.
Fotografía: Ken Seng.
Productora: Coproducción Estados Unidos-China; 20th Century Fox / Paramount Pictures / Skydance Productions / Lightstorm Entertainment / Tencent. Productor: James Cameron.
Reparto: Linda Hamilton, Mackenzie Davis, Natalia Reyes, Arnold Schwarzenegger, Gabriel Luna, Diego Boneta, Enrique Arce, Tristán Ulloa, Alicia Borrachero, Tom Hopper, Cassandra Starr, Brett Azar, Edward Furlong.
