Lo primero que quiero decir de Lowlife o Jugador, como lo tradujo la editorial, es que llegué a este libro leyendo una reseña de un diario.

Como ya les conté en alguna oportunidad, me gusta tomar el desafío de elegir un libro a través de una reseña periodística, por la temática particular que trate o, simplemente, por lo que me devuelva la contratapa que, por lo general, es un detalle que el editor pone para atraer a los lectores. Hay un viejo refrán que reza “afortunado en el juego, desafortunado en el amor”. En este juego de elección acerca de qué leer, debo decirles que mal no me fue…

En este caso específico, lo que despertó mi atención sobre aquella reseña fueron las palabras del inicio, donde se expresaba que “pocas novelas dejan tan poco para decir”. Y continuaba con que, en realidad, se podría hablar del autor, Joseph Alexander Berstein, o Alexander Baron, su seudónimo. Se trata de un escritor de novelas bélicas que desarrolló una saga a la que bautizó Men, Women and War que tuvo un gran éxito de ventas y que la crítica destacó como la mejor descripción de la Segunda Guerra Mundial

Alexander Baron

Luego de esta obra, el autor oriundo de Berkshire se centró en su pasado y su infancia en el barrio bajo judío del East End.

Con ese escenario como telón de fondo, nace la novela que lleva como título original The Lowlife. Este es un término inglés que, por lo que pude saber, sería como hablar de  nuestra “clase media baja”, una importante porción de la sociedad londinense de posguerra. Aquí es donde se centra la historia de Harryboy Boas, un apostador destacado de las carreras de canes que se muestra totalmente irresponsable con los temas de su vida, es ayudado permanentemente por su hermana mayor y su cuñado (un corredor de apuestas a gran escala), que trabaja solamente cuando necesita y que -el resto del tiempo- se lo dedica a la lectura, el sueño, el cigarrillo y las apuestas.

Harry vive en una casa de pensión donde comparte baño y cocina con el resto de los inquilinos. Allí conocerá a un matrimonio con un hijo de cinco años con el que nuestro personaje principal entabla una relación que modificará lo que, para él, era una vida tranquila y desatará el conflicto de esta historia.

Oscuridad, el dinero como centro de casi todo y un relato donde tampoco falta el drama combinado con el humor ácido hacen de “Jugador” una novela muy interesante de abordar.

Lamentablemente, para mí -por ahora- es la única novela de Baron que ha sido editada por estos pagos, lo que implica que habrá que esperar algún viaje para conseguir algún otro trabajo del autor londinense.

Recomendable por donde se la mire, los desafío a poner en práctica el refrán: ¿Afortunados en el amor o en el juego?


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Me llamo Walter Petina, soy argentino, porteño y tengo 48 años. Tengo una hija de 12 años que sin dudas es el máximo logro de mi vida. Se llama Miranda (como el personaje de la “Tempestad”, de William Shakespeare) y, más allá de que sea mi hija, es un ser humano increíble. De chico y gracias a mi viejo, conocí el valor del trabajo y cómo llevar adelante un negocio. Desde hace casi veinte años, soy empresario en el sector del software y el hardware, y dediqué prácticamente toda mi vida laboral a la comercialización de productos. Trato, todo el tiempo, de mantenerme incentivado con nuevos proyectos, porque pensar y hacer nuevas cosas me trae la energía que necesito para levantarme todos los días muy temprano y con muchas pilas. Este blog es un nuevo desafío que encaro con la misma voluntad y dedicación que todo los otros. ¡Gracias!

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