Hace unos días, salí a caminar como lo hago casi todos los domingos. La mañana estaba muy agradable, con el cielo totalmente despejado de nubes.
Esta vez, por consejo de mi acompañante, decidimos cambiar de rumbo y “tirar” -como dicen los españoles- para el lado de la Costanera Norte.
Subimos el puente que conecta Avenida Figueroa Alcorta con Ciudad Universitaria y llegamos a la Avenida Costanera Rafael Obligado.
Comenzando la caminata delante del río y -viendo los espacios verdes y el enorme lugar para hacer ejercicio, andar en bici o sentarse a conversar y tomar mate- pensé inmediatamente lo afortunado que soy de estar a pasos de este lugar “de sueño” y cómo algo tan increíble uno lo toma como natural por el simple hecho de que “está ahí”.
A la altura del 6745, nos encontramos con el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.
Era un lugar al que había ido prácticamente apenas se inauguró en 2007 y al que no había tenido la ocurrencia (digo ocurrencia, porque oportunidades debo haber tenido miles) de volver.
En ese andar por el interior del parque, además del memorial que contiene los nombres de todas las víctimas, nos encontramos con el Museo del Parque de la Memoria y un afiche en la puerta que hablaba de la muestra “Mapa de sueños latinoamericanos”.
Esta muestra del fotógrafo chileno Martín Weber es resultado de un recorrido que el artista realizó por diversos países de América Latina entre los años 1992 y 2013.
La idea de este trabajo fue recorrer diferentes ciudades de Argentina, Perú, Brasil, Cuba, México, Nicaragua, Guatemala y Colombia, con diferentes costumbres, con problemáticas diversas, aunadas -por lo general- en la falta de recursos, de horizonte y, con el correr de las décadas, probablemente de sueños y esperanzas.
La consigna que eligió Martín, nacido en 1968, fue antes que nada invitar a la gente a tomarse una foto, utilizar una pizarra de mano y que, munido de una tiza, uno de los protagonistas de la toma escribiese un sueño que quisiera se le cumpla, entendiendo -en muchos casos- al sueño como aquella expresión de deseos que buscan hacerse realidad.
Le sumó a esto que las cientos de fotos que tomó fueron elaboradas como una “puesta en escena teatral” (todas las tomas son en blanco y negro), donde se busca mostrar al espectador una estética provocada que no deje lugar a dudas de que se está posando.
La pizarra, según el creador, tiene por objetivo provocar una disrupción que genere una discusión, un conflicto. Esto se le ocurrió basándose en las ideas de Bertold Brecht, que realizaba el agregado de textos en sus puestas con la intención de proponer una identificación con la obra o los personajes, pero a la vez generar acciones como la de los carteles para comprender el tiempo y espacio del momento, y la situación social y política de esos personajes.
Lo que ocurre con la muestra es un “sube y baja” de emociones. Algunas fotos dan risa; otras, pena; muchas, angustia; y hay algunas que sencillamente son “una trompada al mentón” de quien está observando.
En muchos casos, se trata de una mirada netamente artística. En otras opera a modo de denuncia o alegato y, en gran parte, funciona como disparador para pensar en nuestra región.
“Un montón de historias que no estaban contadas. Además, la importancia de generar contexto, imágenes que entren en diálogo, inviten a reflexionar, hay distintas capas que se pueden recorrer en las imágenes”, reflexiona el propio Martín.
Revisando la información para la nota, pude enterarme y lo comparto con ustedes, que además de la muestra, el proyecto ya tiene su libro y el año que viene se estrenará una película donde, veinte años después, Martín Weber entrevista a muchos de los participantes de las fotos con la idea de conocer que ha sido de sus sueños y anhelos.
“Mapa de los sueños latinoamericanos”, una obra para apreciarla y reflexionar acerca de lo que, a veces, para muchos de nosotros es algo natural y para otros tiene el valor de un sueño.
Mapa de los sueños latinoamericanos
Ensayo fotográfico
Museo del Parque de la Memoria. SALA PAyS
De lunes a viernes, de 10 a 17 h
Sábados, domingos y feriados, de 11 a 18 h
Entrada libre y gratuita